Je, je... ¡cuántas llagas para un solo dedo!

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Voy por partes, primero mi visión del sello en cuestión y luego desmenuzo tus preguntas:
La emisión de 1865 estaba prevista originalmente dentada, se habían hecho pruebas en 1864 con máquinas de dentar y se había decidido que fuera así. De ahí la separación entre sellos, mucho más amplia que en la emisión precedente.
Del dicho al hecho hay un buen trecho, y cuando empezaron a perforar los pliegos, tecnología nueva, se les jorobaron peines a mogollón, no había forma de centrarlos y la calidad dejaba mucho que desear. De ahí que a primero de enero sólo saliera dentado el valor de 4 cuartos.
Al parecer se escapó un pliego del 4 cuartos sin dentar y fue a parar a la oficina de Salamanca, quizá por un simple descuido de alguien que no tuvo en cuenta que tenían que perforarse antes. De ese pliego circularon unos pocos ejemplares, alguno se conoce en carta y los demás sueltos, son los que nos han llegado. Lo más probable es que el resto del pliego fuera recuperado y retirado de la circulación.
Los restantes valores aparecieron dentados posteriormente, y aunque el catálogo diga que fue el 1 de junio, no se sabe cuándo con certeza. De ahí que suela considerarse la misma emisión.
vrenna escribió:Y digo yo... ¿por qué los no expedidos (NE) no aparecen siempre como barrados?
Los NE (no expendidos) normalmente no se barraban, aunque alguno sí. Fíjate por ejemplo que la emisión del Impuesto de Guerra de Alfonso XII de 1879, no expendida también, nos ha llegado íntegramente sin barrar.
Solían barrarse los ejemplares sobrantes (ya impresos y registrados en la Fábrica) por caducidad de la emisión y también algunos falsos postales aprehendidos en cantidades más o menos significativas, que justificaran la entrada en máquina de unos cuantos pliegos.
vrenna escribió:Es decir, ¿no deberían haber sido todos anulados en Correos?
Es que no había nada que anular. Los pliegos se imprimían lógicamente sin dentar antes de perforarlos. El pliego que se escapó fue (imagino) recuperado y posiblemente destruido. No salía a cuenta barrar un pliego incompleto.
vrenna escribió:¿Cómo y por qué salieron al público, acaso sólo para fines filatélicos?
Cfr. ut supra.
vrenna escribió:si al fin y al cabo se trata de sellos que por alguna razón nunca fueron usados, ¿por qué se catalogan?
El 4 cuartos sin dentar sí fue usado. Anómalamente, porque no debería haberlo sido, pero sí circuló.
Otra cosa es el porqué de su catalogación, y aquí entraríamos en un debate que incluye a otros sellos más o menos emblemáticos (y de alto precio), como son el 801 de Granada, los NE del final de la República, etc...
vrenna escribió:¿Hay alguna razón "oculta" o interesada en ello?
Puestos a entrar en ese debate, yo diría que la cosa viene de un contubernio entre comerciantes y coleccionistas, a ambos nos va bien. Por un lado, los catálogos no son más que los sucesores de las listas de precios de comerciantes, y tendemos a elevarlos a dogma de fe de la realidad filatélico-postal. Por otro, los coleccionistas somos narcisistas y andamos siempre tras la pieza que nadie tiene, hacemos y pagamos lo que haga falta por conseguirla.
Metamos ahora esa combinación en la coctelera y obtendremos un fantástico mix de enciclopedia filatélica con valores que generan deseo en los coleccionistas y a la vez proporcionan ingresos a los comerciantes. Un montaje de lo más sólido.
El problema es que una vez se cataloga un especimen de este estilo, no tiene vuelta atrás... ¿quién le pone el cascabel al gato ahora, y dice que tenemos que eliminar el 801 de Granada, con la de coleccionistas que han pagado alrededor de 1000 euros por él?
Cuando entramos en según qué períodos, la única defensa que tenemos es... coleccionar lo que nosotros consideremos dignos de colección. Conseguir bibliografía, leer y documentarnos. Usar el catálogo sólo como una fuente de información más. Buscar otras posibilidades expresivas, más allá de llenar casillas de un álbum editado por alguien que también dice a cuánto hay que pagar cada una.
Buen debate, saludetes
